Tan pálido estabas
al traspasar la puerta
con el alma herida
Y energía muerta.
Blanco como un papel
tu espíritu flotaba,
dónde quedo de aquel
que el cambio de vida inspiraba.
Sólo y taciturno
te volviste con tu rezago
sin detenerte si quiera
sin ver de tí lo nefasto.
sábado, 4 de julio de 2009
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Cuando la pena nos embarga es cuando necesitamos que nos transfundan muchos litros de sangre de amor.
ResponderEliminarRecibe un cordial saludo desde Berl¿in.