domingo, 11 de enero de 2009

A partir de Mujica Lainez...la historia se completa .( Inédito)

Todo era inmenso, casi no había nada pero ella estaba feliz de arribar a puerto. Ana aguardaba siempre en su jardín sentada en su banco improvisado por troncos ya pulidos naturalmente por el uso, de árboles de la zona . En esa época era permanentemente homenajeada desde su llegada a Buenos Aires. No había género femenino imperante en la zona, una joven entre tanta muchedumbre masculina. Pero era respetada desde aquel día atroz en que su vida tuvo un giro completo, murió y renació como otras tantas.
La empresa al nuevo mundo fue la posibililidad de dejar atrás el horror de tiempos remotos, había perdido a su familia estaba sola en el mundo, nada la retenía en su lugar de origen. Pensó que las cosas mejorarían con solo un cambio geográfico espacial. Pero se había equivocado y todavía le faltaban vivenciar algunas cosas más. La propuesta de Juan de Garay era tentadora, para quine lo acompañase había recompensa en especial para ella. Ellos ya se conocían desde hacia un tiempo, había complicidad .Esta fue detectada entre los tripulantes de la embarcación días mas tarde en el ultimo tramo desde Asunción pero nadie jamás se atrevió a manifestar una palabra, aunque todos la codiciaban y se arreglaban para ella.
Ella a años luz de su llegada en 1580 , sigue manteniéndose siempre altiva y a la vez soñadora, envejecida por el paso de los años, con arrugas visibles en su rostro y marcas inmanentes en su alma. Pero se siente feliz, tranquila y en paz.
Tiene memoria selectiva, recuerda con dulzura momentos agradables y guarda imágenes bajo siete llaves en su mente bien resguardadas. Pero llegada la fecha el recuerdo aflora en su mente sin pedir permiso.
Allá hacia 1582 siendo una noche como tantas , cansada de tanta tarea cotidiana de hermosear su casona, ya no un simple solar ubicada en lugar preferencial. Su huerta que tanto le dio de comer sigue en pie y diversificada en productos. Los muchos hombre que habían arribado junto a ella , hacia dos años la ayudaron a levantar la construcción, muy sencilla pero funcional. Tenia sus paredes de adobe , una sala grande multiuso y un intento de dormitorio, un patio central de tierra apisonada y al fondo su huerta tan querida, con la incorporación hacia el lado este de un pequeño gallinero de ponedoras muy potentes.
Todos se esforzaban en ayudarla ya que querían quedarse con el trofeo, esa bella mujer, sola y enigmática que decididamente convocaba a la acción sensual sin siquiera decir nada. Nadie comprendía como siendo tan frágil era una fortaleza por dentro. Ya cuando la obra había concluido cada uno de los señores iban retirándose ni siquiera disgustarse, ya que daba tanta ternura que no ofendía la negativa de ella por salir con alguno y formalizar al menos una relación carnal. No la entendían , no captaban su naturaleza pero jamás la forzaban. Se contentaban con que la joven le diera charla, les regalara al menos una sonrisa, les compartiera una copita espirituosa traída en algunos de los bergantines de algún nuevo llegado. Es así como también había arribado a su vida su perro fiel y amado. Este era su compañía, su confidente silencioso, su amigo. Donde iba ella , él la acompañaba. La esperaba en la puerta y todos lo conocían y le hacían cariños a la pasada.
Pero una noche , para ser más precisos, la noche del 22 de noviembre de 1582 todo cambió.
Había llegado al puerto un bergantín proveniente de Portugal que traía provisiones de todo tipo (telas, bebidas, productos varios) y niñas de hermosos ojos verdes, cabellera exuberante y excelente figura. Decididas a reencontrarse con sus hombres y otras con deseo de hallar quien las guise masculinamente a la vida matrimonial.
La tripulación del barco contenida en sus deseos amorosos al traer semejantes hermosuras , de mala fama algunos , borrachines otros, se habían reunido en una casona que oficiaba como pulpería . Se encontraba bien cerca del puerto por lo cual era una paso obligado por todo el que llegaba y centro comercial del lugar.
El dueño había venido, hacia un tiempo, con una niña pequeñita que luego en años próximos lo ayudaría en ese menester de atender las mesas, pero hoy sólo correteaba por ellas, subía y bajaba por encima de los cajones que venían vía contrabando desde Brasil y cantaba todo el día. No tenía mamá , nadie sabía nada acerca de su progenitora. Ella ni siquiera tenia registro sensorial de la misma. El Pulpero de nombre Mateo nunca había ni siquiera nombrado su persona. Era una constante, parecía que todos buscábamos una nueva vida, carecíamos de historia anterior.
La nena sin tener un par para jugar, se había hecho muy compinche de Ana, que solía aparecer por el lugar para proveerse de artículos y vender sus producciones de la huerta y algunas cosillas artesanales que hacía, como dulces, ropas e incluso más de una vez elaboraba comida oficiando de cocinera, para algún comensal que quería el pulpero homenajear por algún favor obtenido.
Ana y la niña de nombre Consuelo, que tendría por ese entonces unos tres años, se reunían para charlar , cantar y jugar con el cachorro. Ana que sin saber leer ni escribir como la mayoría de las personas de ese entonces , contaba con una imaginación prodigiosa , le narraba cuentos improvisados a partir de los elementos cotidianos de la cocina o de la naturaleza. La pequeña fascinada por esta figura materna la seguía y para la mayor era una compañía y un entretenimiento y sentía felicidad ya que la sacaba asimismo de la mala influencia de los hidalgos mal avenidos que convocaba la pulpería.
Esta relación maternal y de amistad siguió por años hasta la muerte de Ana , ella la acompañó en su desarrollo adolescente , en sus amoríos iniciales con el mozo con el cual peleó por la presencia de aquel Quijote , libro que sintió celosamente como una amenaza puntual a su belleza y encantamiento, pero que fue el inicio de esa relación de amor fiel, un amor que la hizo mujer con todas las letras, la animó a comprender las características del lenguaje y la escritura que tan pacientemente él le enseñaba. Pasando de ser una amenaza a un punto de común unión de la pareja. Consuelo llegó a instalarse en su propio solar junto a su amado y tuvo cinco niños hermosos
En uno de esos viajes de Ana a la pulpería, estaba en el lugar un moreno que siempre la vigilaba sigiloso como gato agazapado esperando atrapar a su presa , el ratón. Ya Mateo, quien le debía un respeto enorme a Ana por cuidar tan desinteresadamente a su hija, le había llamado la atención al sujeto, por intentar propasarse de boca un día con Ana. Pero el moreno tenia una idea fija, la quería hacer suya sea como sea.
La había seguido y ella lo sabía, había ubicado su domicilio y estudiaba sus movimientos. Sabia que estaba sola y que un perro no seria impedimento para abordarla en algún momento. En la calle él había intentado hablarle pero Ana con un aire altivo y molesta por la situación lo quitó del camino. El desinterés de ella lo transformó, lo endiabló aún más. Furioso como animal herido y henchido por su odio la amenazó y se fue. Ella no le dio trascendencia.
Ese 22 era una noche cálida, límpida, hermosa y húmeda, propia de Buenos Aires portuario, dando cuantas de la nueva estación estival que se aproximaba.
Ana estaba en su patio luego de comer con la pequeña junto a su perro fiel disfrutando de los sonidos ocultos, dejando sus pensamientos fluir, imaginando historias. La niñita se había quedado a dormir y ya la había arropado en su dormitorio. Prácticamente ya era lo cotidiano en su vida, sin querer y sin pensarlo tenia una familia, un perro, una hija adoptiva, pero no un hombre, sólo el recuerdo de un amor inolvidable. Eso en esos tiempos la dejaba indefensa aunque no lo sabía. Ella disfrutaba tanto de la soledad porque le permitía comunicarse con su interior.
De pronto escuchó un ruido en la parte de atrás de la casona y el perro comenzó a ladrar pero luego de un momento un aullido de dolor dejó en un mudo silencio la noche. Ana corrió hasta el lugar y estaba su tan amado can en el suelo desangrándose , respirando con dificultad, el puñal fue certero ; al agacharse alguien la toma desprevenida desde atrás tapándole la boca y la arrastra hasta un descampado a pocos metros de su solar. La arrastra con fiereza y la da vuelta, ella lo reconoce con horror. Era el moreno de la pulpería junto con otros dos tan salvajes como él, le cubren la boca con un pañuelo para evitar que cualquier grito alerte a alguno de los pocos vecinos del lugar.
El moreno embriagado de tanto alcohol y furia hacia la noble mujer le desgarra la ropa y la manosea con un deseo incontrolable, ante la mirada de uno de sus cómplices que lo ayuda a sujetarla. El tercero sólo mira, paralizado ante los ojos de la joven que pedía clemencia. El sujeto que tanto la acechaba la insulta, la desvaloriza mientras la viola una y otra vez sin pausa , luego le llega el turno al otro que se involucra de igual manera, con un miembro viril henchido ante la imagen vista.
- Hay que someterla hasta que diga que nos acepta, que somos dignos de su cuerpo, murmuraba el moreno.
Ella con dignidad dañada pero estoica no cede, y trata de luchar para zafar pero no lo consigue. El tercero sale corriendo desesperado ya que no quiere ser partícipe de tal acto brutal. Ellos continúan golpeándola, ensuciando su anatomía con mugre interna más que la propia de la tierra del lugar. Pasaron horas o minutos, ella no lo sabe pero se le hace interminable, es un calvario.
Sólo pide a Dios que esta pesadilla acabe de un momento a otro. Sus lágrimas caen como fuente interminable de dolor. Sus alaridos contenidos por el trapo se clavan como estacas en el interior de su cuerpo.
En eso un grito de hombre permite que ellos la dejen al fin y comienzan la persecución de los mal nacidos por parte de tres amigos de Mateo y el pulpero mismo
Quien había pegado el grito era su vecino el santafecino Ambrosio Acosta quien alertado por la niña salió a la búsqueda y avisó al pulpero. Él se acerca a ella y como puede la toma en sus brazos.
La frágil y delgada mujer está deshecha. La lleva así cual bebé asustado a su casona que compartía con su señora , Lucía, recién llegada al territorio rioplatense. Ella la ayuda a lavar y la contiene, la perfuma como si eso eliminara el olor de los mal llamados hombres que osaron someterla y forzarla. Su alma estaba herida, ya no seria la misma y lo sabia.
Con el tiempo se fue poco a poco recomponiendo, física y anímicamente, para su alegría su cachorro también. Compartiendo jornadas con Lucia, que tanto la ayudo a salir adelante, con la niñita. Tan pequeñita aún , fue su angelito salvador que después según enteró fue ella quien alertó al vecino al no encontrarla en la casa, al despertarse, ante el aullido dolorido del perro, que parecería querer seguir intentado ayudar al menos de esa manera. Y lo consiguió .
Nadie supo nunca de la suerte de estos hombres , según se rumoreaba los habían matado unos sicarios convocado por Mateo, pero siempre él lo negó, afirmando asimismo que jamás volverían a molestar a nadie.
Todo el amor y la contención que encontró en ese momento de quienes ni siquiera lo suponía la fue liberando del dolor y fue aprendiendo a convivir con él sin que ya a esta altura de 1610 le opacara la mente. Es un recuerdo y un motor importante ante la adversidad demostrándole que a pesar de la tragedia ocurrida éste era su lugar.
Una nueva vida la esperaba, es verdad. Siempre permaneció en soltería en compañía de esta nueva familia que había formado, sin hombre a su lado, sólo el recuerdo que la colmaba y al que le era fiel.
Sentada en el banco de tronco tejido de crochet en mano, se ríe. Ese tejido de hilo traído de Holanda se plasmará en un camino para la mesa del comedor. Lo observa y se pierde entre el diseño y sus pensamientos. Jamás ha perdido su humor picaresco ni tampoco la esperanza de volver a encontrar a su amor. Eran un buen equipo, se divertían mucho pero Juan ya no estaba, le haya prometido y ella le creyó. Jamás retornó pero eso no le preocupaba, el deseo lo traería decía ella y fue así una tarde de noviembre.

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